Astipálea, la  más occidental de las islas del Dodecaneso, está situada en la frontera entre  éstas y las Cícladas.  
           
          Su mala  comunicación con Atenas y con otras islas ha hecho de Astipálea un auténtico  refugio donde escapar de la masificación. Casas blancas, valles verdes  y calas escondidas, algunas casi inaccesibles por tierra, posee unas  características geográficas, climáticas y humanas que no deberían pasar  desapercibidas, como, en realidad, suele ocurrir. 
           
          Muestra la  imagen de la típica isla griega: casas de estilo cicládico, con balcones de  madera, ventanas y puertas de color azul, recortadas sobre el limpio cielo y el  mar de fondo, en cuya geografía se desparraman iglesias y monasterios de un  blanco inmaculado.
           
          La capital,  Hora, una de las más hermosas de todo el Dodecaneso, sobresale a los pies de la  fortaleza veneciana y concentra toda la atención y los servicios principales;  Livadi, situado en un fértil valle, dispone de la principal playa de la isla y  Maltezana y Vathí son dos pequeños puertos pesqueros con tabernas y  habitaciones.