Pobladas desde la prehistoria, las islas fueron codiciadas gracias a su estratégica posición e invadidas por todas las potencias del momento: minoicos, micénicos, dorios, persas, romanos, bizantinos, sarracenos, latinos, otomanos e italianos hasta que, en el s. XX, pasaron a formar parte de Grecia. Todos ellos dejaron su impronta que no ha venido sino a enriquecer la cultura isleña.
La huella de los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, bautizados como los Caballeros de Rodas tras su llegada a la isla (1309), es bien profunda en todo el archipiélago, a excepción de Astipálea, Kárpathos y Kasos, donde no llegaron a establecerse. Una extensa red de fortalezas y castillos defendían sus posesiones insulares frente a los piratas y otomanos. Actualmente muchas de ellas se pueden visitar.
Otra peculiaridad histórica del Dodecaneso es la ocupación italiana tras el Tratado de Lausana, en 1912, en el cual los otomanos ceden su posesión. Los fascistas de Musolini levantaron una arquitectura peculiar que se puede apreciar por todas partes, en edificios, parques, plazas, etc.
La Naturaleza también es remarcable en el Dodecaneso. Cuenta con numerosos parques naturales, como Petaloudes, Eptá Pigés, etc, así como un volcán en la isla de Nísiros, cuyo cráter se puede visitar.
Durante décadas se desarrolló la pesca de la esponja en estas islas, un oficio muy duro que se cobró muchas vidas a lo largo del s. XX. Hoy en día apenas quedan unos pocos pescadores cuya labor se realiza cada vez más lejos, en el Caribe, Australia, etc. |