Pocos se aventuran a pisar esta isla rocosa alejada de todas las rutas turísticas, llena de sorpresas para los viajeros: pueblos encaramados en laderas de montañas, caminos serpenteantes que parecen no finalizar, naturaleza agreste, casi indómita pero espectacular, y sobre todo el carácter abierto y cosmopolita de sus habitantes.
Kasos es, probablemente, la isla con menos recursos del Dodecaneso y la menos turística y eso la hace más especial: está libre de los tour operadores, de los complejos hoteleros y de todos los excesos que conlleva el turismo de masas. Aunque cuenta con pocas infraestructuras de cara al visitante extranjero, a nadie le faltará una cama donde dormir y una taberna donde le sirvan.
Dado su tamaño, es fácil descubrirla caminando (hecho poco probable, ya que siempre se encuentra a algún paisano por la carretera que lo lleva a uno en su vehículo) o en un escúter, aunque algunas cuestas son bastante pronunciadas.
© 2011 dodecaneso.es