Esta pequeña isla de forma circular es la más sorprendente y original del Dodecaneso, por su naturaleza agreste y volcánica, aunque pasa casi desapercibida, a la sombra de Kos. Su geografía montañosa posee una tierra fértil, aprovechada hasta el último palmo en terrazas que se descuelgan de las laderas, pueblos encaramados en las cimas, de casas blanquísimas que contrastan con el color pardo rojizo del terreno, puertos pesqueros de sabor tradicional, playas de arena oscura y de guijarros volcánicos, con aguas de color indescriptible y con el volcán, que posee un cráter principal y varios más pequeños, del cual todavía emanan vapores sulfurosos.
Nísiros apenas recibe unos cuantos turistas en verano, en visitas de ida y vuelta, para contemplar el volcán, principalmente desde Kos (Kardámena), lo cual es una lástima porque además de su atractivo natural, la isla ofrece museos, castillos y fortalezas antiguos, monasterios e iglesias en lugares remotos y unos atardeceres que el visitante no olvidará. A pesar de la escasa infraestructura turística que ofrece, merece mucho la pena quedarse un par de días y dejarse sorprender por este lugar que cautiva a todo aquel que se aventura a descubrirlo.