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LA PESCA DE ESPONJAS

 

A partir del s. XIX, la pesca de esponjas fue la principal actividad económica de la isla, cuya falta de recursos empujó a muchos a dedicarse a esta peligrosa empresa. Los barcos partían de Pothia en Pascua hacia las costas del mar Egeo, al Mediterráneo oriental y al norte de África.

El retorno se producía en otoño. Justo antes de la partida, se procedía a bendecir a los que marchaban, deseando que la pesca fuese propicia y no se lamentaran desgracias. Esa noche se celebraba una sentida cena de despedida para las familias. En el momento de partir, se congregaban todos los habitantes de la isla para decir un emocionado adiós a los que, quizás, no volverían a ver.

La tarea del buzo era muy arriesgada. En sus primeros tiempos, la pesca se llevaba a cabo en pequeñas embarcaciones. Una vez localizadas las esponjas, el buzo se sumergía a cuerpo, con una gran piedra de lastre, la soltaba una vez abajo y recogía las esponjas hasta agotar su capacidad pulmonar. Otra técnica requería la utilización de largos arpones, pero se debía de ser muy cuidadoso para no dañar la mercancía. A partir de 1869, con la introducción de la escafandra, la producción aumentó espectacularmente, pero también se hizo muchísimo más peligrosa, con un coste humano terrible.

 

Las escafandras eran rudimentarias pero permitían respirar gracias a una manguera unida al barco que bombeaba aire. El buzo podía bajar a más de 60 m y se tomaba más tiempo en buscar y recoger las esponjas. Pero una vez concluido el trabajo, subía rápidamente, sin conocer entonces la necesidad de los tiempos de descompresión. El resultado eran muchas muertes o parálisis que afectaban a cerca de la mitad de los pescadores. La necesidad de las familias y la avaricia de los comerciantes hacían que se minimizaran las muertes y accidentes, dándole a la pesca cierta visión trágica y fatalista.

Afortunadamente, a partir de mediados del s. XX y gracias al conocimiento y la tecnología, la actividad mejoró y las bajas descendieron, aunque la pesca ya no era lo de antes.

En otoño, el regreso de los pescadores era anunciado por el sonido de las campanas de la isla. El desembarco era un momento dramático, las familias buscaban a los suyos y se producían las emocionantes imágenes del reencuentro o las tragedias del dolor ante los que no volvieron.

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